LA HUMILDAD

LA HUMILDAD 



(Jn 13: 14, 15)
"Si, Pues, Yo, el señor y el maestro, os he lavado los pies, vosotros también debéis lo unos a los otros lavaros los pies, porque os he dado el ejemplo para que hagas como yo os he hecho".

El mayor líder en la historia nos enseño que la humildad nos hace grandes. Dicha humildad no esta fundamentada en la pobreza o ausencia de bienes materiales, por el contrario esta enfatizada en la actitud con la que vemos el mundo, una actitud que va marcada por la esperanza y el optimismo, marcada por las ganas de luchar y salir adelante, fuertes porque confiamos en el amor del padre celestial, al valorar las cosas de la vida tal cual son: valiosas y únicas.
Cuando le otorgamos a la realidad un valor gigante o sobrevaloramos las cosas materiales más que las espirituales, no estamos entendiendo el verdadero significado de la palabra Humildad. Cuando nos dejamos llevar por el orgullo en nuestros hogares, en nuestro trabajo, con las personas de nuestra comunidad, cuando nos creemos tan indispensables que herimos con nuestro orgullo a los que amamos. Por eso seamos consciente de ello y dejemos a un lado esas actitudes prepotentes y hagamos como Jesús nos enseñó, a amar por encima de las dificultades, de los problemas, siempre en una actitud optimista y confiando en que Dios nos lleva de su mano y nos abre puertas de bendición. Es importante reconocer que Dios es grande y poderoso y que el hombre es humilde cuando se acoge a la misericordia y al amor de Jesús, a la solidaridad de nuestros hermanos y a las capacidades que poseemos para afrontar las dificultades. Pero ser humilde no es sinónimo de hacerse inferior, sino de conocernos al detalle. Es decir, nuestros defectos y capacidades, entonces es sinónimo de verdad, de aprendizaje, porque al conocernos sabemos en lo que debemos desarrollarnos, porque al conocernos y aceptarnos como seres imperfectos, seremos más humanos, y aceptaremos con mayor facilidad la imperfección de los demás, por lo cual seremos más empáticos con las realidades de los demás, y por lo tanto más serenos y asertivos al expresarnos. La invitación es entonces a ser humildes, a proporcionar humildad alegre y sincera en cada situación de servicio, a despertar optimistas y confiados en que Dios nos ama y su poder y misericordia nos lleva de la mano. Luis Valencia Misionero

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